Se acerca agosto, mes por excelencia de las vacaciones de muchos trabajadores españoles. Pero este año, debido a las circunstancias excepcionales, muchas empresas han optado por adaptar sus jornadas y permanecer abiertos en agosto. Una de las opciones para hacerlo es implantando la jornada intensiva en verano, de la que hablamos hoy en Andrés Jiménez.
Características de la jornada intensiva en verano
Gran parte de los trabajadores españoles cuentan con jornada partida. Trabajan unas horas por la mañana, descansan a mediodía y continúan por la tarde. Es el sistema más tradicional en España.
La jornada intensiva es aquella en la que se trabaja de forma continuada sin realizar pausas durante el tiempo de actividad. Con la única salvedad del descanso estipulado cada ciertas horas de trabajo al que tienen derecho todos los trabajadores. Por lo general, se trata de un descanso de 15 minutos cada 6 horas de trabajo efectivo.
Es un tipo de jornada muy aceptada en trabajos como la construcción, el campo y las fábricas.
Ventajas de la jornada intensiva
Según el convenio colectivo y la actividad desempeñada, es frecuente que muchas empresas adopten la jornada intensiva en verano desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre. Esta opción presenta numerosas ventajas, tanto para los trabajadores como para la empresa.
Por un lado, permite adaptar los horarios para que el trabajo se desempeñe evitando las horas de mayor calor. Esto repercute directamente en el bienestar de los trabajadores, pero también en su productividad.
Por otro lado, evita tener que cerrar la empresa en un periodo en el que muchos clientes pueden seguir necesitando sus servicios. Es cuestión de organizar bien el trabajo para no interrumpir la actividad.
Además, facilita la conciliación familiar, permitiendo a los trabajadores disfrutar de más tiempo libre con sus familias. Algo especialmente valorado en la época de las vacaciones escolares.
También permite a los trabajadores realizar determinadas gestiones que de otra manera implicarían solicitar un permiso a la empresa. Es decir, reduce el absentismo.
No podemos olvidar que este tipo de jornada reduce el estrés de los trabajadores, mejorando su autoestima, la motivación y su percepción sobre su empresa. Todo ello redunda en la mejora de la productividad, del ambiente de trabajo y de la salud laboral, evitando bajas y conflictos.
Por último, cabe recordar que en ocasiones la jornada intensiva en verano implica una reducción de horas de trabajo. En estos casos, las empresas pactan con los empleados la manera de recuperar esas horas en otros momentos del año.